viernes, 14 de diciembre de 2012

Buitrago del Lozoya: El paso exhausto de la historia

por, José Luis B. Quiñones
 
Actualmente, la autovía A-1 divide el término de Buitrado en dos mitades, custodiado por la muralla detrás de cuyas almenas se esconde el deteriorado castillo de los Mendoza en restauración, arropado por las aguas embalsadas del río Lozoya. Su situación de paso obligado en el camino hacia el norte de la península ha condicionado toda la historia de la localidad.
 
 
 
La vía de acceso a Somosierra discurre por el valle del arroyo Madarquillos, antes de unirse al Lozoya cerca de Buitrago.
Las fortificaciones de origen árabe que jalonan todo el valle del Jarama –línea antagónica de tan fausto recuerdo–, y el hecho de que la Cañada Real Segoviana pase fusionado y confundido en su tramo madrileño de Somosierra y Buitrago parecen hablarnos de la existencia de un camino transitado hasta Sepúlveda al menos desde la lejana Edad Media.
 
Una historia amurallada
 
Según el historiador Tito Livio, sería Cayo Flaminio el conquistador de la Buitrago celtíbera –Litabrum– en el siglo I a. de C. Pero la localidad no vuelve a aparecer hasta los tiempos de la Reconquista, en tiempos de Alfonso VI, hacia 1076.
 
Buitrago fue, a raíz de su reconquista, parte de la tierra de Sepúlveda, según lo confirman los fueros de esta localidad, de 17 de noviembre de 1076. Veinte años después el propio rey concederá a Buitrago, por su valor estratégico, las armas del escudo consistentes en un toro, una encina y la leyenda Ad alenda pecora–para el sustento del ganado–. Eran pueblos eminentemente ganaderos.
El Señorío de Buitrago, ese amplio territorio delimitado por el monarca, formaba una sola unidad jurisdiccional cuya cabeza era la propia Villa de Buitrago. Durante cinco siglos, esta unidad jurisdiccional tuvo vigencia. Desde 1368 fue un señorío otorgado por Enrique II a Don Pedro González de Mendoza, familia a la que sigue vinculado Buitrago hasta la desaparición del régimen señorial en el siglo xix. La familia Mendoza recibió en el siglo xvi el título duque del Infantado de manos de los Reyes Católicos, merced a su lealtad armada a los derechos de Isabel la Católica frente a la invasión portuguesa que se produjo a la muerte de Enrique IV de Castilla.
 
La Comunidad de Villa y Tierra de Buitrago se extendió por todo el valle de su entorno, incluyendo su su término las aldeas siguientes: Aoslos, El Atazar, Berzosa del Lozoya, Braojos, La Cabrera, Cincovillas, El Cuadrón, Gandullas, Garganta de los Montes, Gargantilla del Lozoya, Gascones, Horcajo y Horcajuelo de la Sierra, Lozoyuela, Madarcos, Mangirón, Montejo de la Sierra, Las Navas de Buitrago, Piñuécar, Prádena del Rincón, Puebla de la Sierra, Robledillo de la Jara, San Mamés, La Serna del Monte, Serrada de la Fuente, Sieteiglesias, Villavieja del Lozoya y los despoblados de Bellidas, Canenzuelas, Pajarilla, La Nava, Relaños, Rendales, Riosequillo, Santillana, Ventosilla, El Villar y… El catastro de Ensenada nos declara, asimismo, la extensión y límites de la Tierra de Buitrago: Ocupa de lebante a poniente cinco leguas y del norte al sur quatro leguas y medias, y de circunferencia más de beinte y cinco leguas por la desigualdad que tiene. Confronta al norte por Tierra de Sepúlveda al oriente con Tierra de Uceda… al sur con la misma Tierra de Uceda y el Berrueco y al poniente con Tierra de Segovia…
 
Todos los pueblos de esta Tierra formaban comunidad de pastos. La de Buitrago, por su situación geográfica, era una comunidad exclusivamente ganadera. En 1304 se concedió a la Villa, siendo como era de señorío real, el derecho de feria de ganados, que se ha mantenido hasta tiempos recientes. “Que todos aquellos que binieren a esta feria de nuestro sennorío…”.
 
El concejo de Buitrago y su Comunidad se celebraba en la iglesia de Santa María del Castillo, precisamente la única que ha llegado hasta la actualidad, con su portada gótica bajo un tejadillo sostenido por columnas. La torre muestra unos ajimeces y ventanas semicirculares dentro del marco cuadrado y orlado de molduras de típica tracería mudéjar.
 
El esplendor y el olvido de la ciudad
 
Los siglos XV y XVI, época en la que el poder de los Mendoza se asentó definitivamente, constituyeron los de mayor esplendor de Buitrago en todo lo referido a construcción de edificios y desarrollo urbano. Don íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, fundó la preciosa iglesia de Sant marís del Castillo y el Hospital de San Salvador (ya desaparecido), compró una dehesa llamada El Bosque como finca de caza mayor, y construyó en ella un conjunto residencial conocido como la Casa del Bosque, compuesto por una capilla y un palacio de recreo de claro estilo renacentista italiano, muy influenciado en su diseño por la Villa Rotonda de Palladio. En esa época también se dio por completado el proceso de repoblación de la zona y las Ordenanzas Generales cambiaron de orientación, tratando de protegerse del establecimiento de nuevos vecinos con regulaciones restrictivas. El factor estratégico perdió importancia y empezó a ser dominante el económico, siendo la salvaguarda de bosques y montes una de las mayores preocupaciones de los vecinos.
 
Después del siglo XVI se registraron pocos cambios significativos desde el punto de vista urbano y arquitectónico. Durante los siglos XVII y XVIII no se levantaron edificios singulares ni se modificó la trama urbana, siendo dos centurias caracterizadas por el estancamiento demográfico a la baja. En 1787 Buitrago contaba con 620 habitantes, lo que suponía un grado importante de despoblación respecto a siglos anteriores.
 
Con la llegada del siglo XIX, la vieja importancia defensiva de Buitrago volvió a un primer plano con la invasión por parte de las tropas de Napoleón.

 

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