San Sebastián será capital europea de la
Cultura en 2016. Es una ciudad de carácter, además de ser una de las ciudades
más bellas de España con un paisaje verdaderamente privilegiado. Esos paisajes,
la fuerza del mar Cantábrico, la bahía, sus playas, los parques y jardines que
conviven con la arquitectura tradicional y contemporánea, hace de la ciudad y
sus gentes una atmósfera ciudadana cálida que atrae como un constante estímulo
para los sentidos, si descontamos el del paladar, en donde los ‘pintxos’ tienen
mucho que decir. Eventos internacionales como el Festival de Cine le ha dado
fama y una gran proyección exterior.
San Sebastián es una de esas ciudades que en su
descripción no bastan solo las palabras, sino que es imprescindible verla para
sentirla. Es una pequeña ciudad de cerca de doscientos mil habitantes, con una
actividad cultural inusual para su tamaño. La belleza de su bahía, la que hace
disfrutar, soñar y enamorarse, conocida como la Perla del Cantábrico, con mar y
montaña a un solo paso, su calidad de vida y su gastronomía, la han convertido
en los últimos tiempos en destino turístico de primer nivel. La historia forjó
su destino; nació como pueblo pesquero, creció como ciudad comercial y
fortaleza militar por la proximidad a la frontera francesa con la invasión de
las tropas napoleónicas y tras ser destruida casi por completo en 1813 por la
batalla con las tropas anglo-portuguesas, que la incendiaron casi por completo,
renació como ciudad turística al auspicio del veraneo real. Isabel II la eligió
como sede vacacional. Fue en los últimos años del siglo XIX cuando San
Sebastián se configuró como ciudad culta, de aburguesamiento y estilo francés,
y destino por excelencia del turismo del norte de España. La majestuosidad de
sus edificios y su eclecticismo reflejo de los gustos de la realeza y la
burguesía del momento, la dotan de un carácter señorial que ha sabido
evolucionar al paso del tiempo. La actividad cultural creció al mismo ritmo que
la turística, hasta lograr la programación escénica y cultural puntera de la
que hoy goza la ciudad. El Festival Internacional de Cine, el
Jazzaldia-Festival de Jazz- y la Quincena Musical son las citas imprescindibles
de su agobiada agenda anual. Ha sido cuna de la gastronomía vasca y ese ‘pintxo’
que hace las delicias de donostiarras y visitantes está siendo exportado de una
manera masiva al resto del territorio nacional.
Arquitectura
de corte francés
La
arquitectura es historia en San Sebastián. Cada edificio representa una época,
un estilo diferente, y descubrirlos supone conocer parte de la leyenda de la
ciudad. En San Sebastián conviven construcciones clásicas con obras de corte
afrancesado al gusto de la Belle Époque
y a su vez, podemos encontrar edificios vanguardistas y modernos que rompen con
la estética más tradicional.
Ubicada en
plena Parte Vieja, la iglesia más antigua, la iglesia de San Vicente del siglo
XV, en su día fue templo y fortaleza defensiva. De estilo gótico, su exterior
es de corte recio con impresionantes vidrieras y en su interior guarda uno de
los mejores retablos del románico. En el exterior, en la fachada lateral se
encuentra “la Piedad”, del escultor Jorge Oteiza. La basílica de Santa María, ubicada
en la calle 31 de Agosto, es otra de las impresionantes obras del barroco del XVIII
que se levantó sobre unas antiguas ruinas romanas. De esta obra de arte
destacan la fachada churrigueresca que preside una escultura del patrono de la
ciudad, San Sebastián mártir y, en su interior, el retablo mayor dedicado a la
Virgen del Coro, patrona de la ciudad. En línea directa, en la parte opuesta de
la ciudad se encuentra la catedral del Buen Pastor. Neogótica de 1897,
se construyó con pizarra y piedra del monte Igueldo, de clara inspiración en
las iglesias medievales germanas y francesas. La plaza de la Constitución es el
corazón de la ciudad, un escenario lleno de vida –en tiempos ubicó el
ayuntamiento– y escenario de las fiestas locales. El latir de la ciudad empieza
y termina en este pequeño espacio cuadrangular donde se inician sus fiestas el
20 de enero, día de San Sebastián, y el 21 de diciembre, festividad de Santo
Tomás. Los balcones de los coloristas edificios que la rodean tienen impresos
unos números que nos remontan a su pasado con funciones de coso taurino. Dicen
que es uno de los edificios más bellos de España el Ayuntamiento de San Sebastián.
Era la sede del Gran Casino desde su fundación en 1897 hasta su cierre en 1924
por la prohibición del juego. Con sus ruletas y en su salón de baile –hoy salón
de Plenos–, se entretenían políticos, escritores y artistas en la Belle Époque. En 1947 se convirtió en la
Casa Consistorial de la ciudad con la presencia de los tamarindos de los
jardines de Alderdi-Eder. En plena bahía de La Concha, con el incesante
ambiente de la parte vieja a sus espaldas y con la tranquilidad de los jardines
de Alderdi Eder al frente, el Ayuntamiento es sin duda un punto de parada y
contemplación siempre, pero más aún cuando recobra su antiguo esplendor y sirve
de escenario a representaciones al aire libre como el Festival Internacional de
Jazz. Con un diseño típico de glorias pasadas, fachada plateresca, pero
espíritu vanguardista, el Teatro Victoria Eugenia está situado en pleno
centro donostiarra, a orillas del río Urumea y con un ojo puesto en el nuevo y
modernista Kursaal, como antes lo estuvo con el victoriano. El edificio, de
piedra arenisca y motivos platerescos, fue creado por el arquitecto Urcola a
principios del siglo pasado. En la fachada de este edificio, escenario del
Festival Internacional de Cine, que unía con alfombra roja hotel y teatro,
sobre columnas jónicas descansan cuatro grupos escultóricos que representan la
ópera, la tragedia, la comedia y el drama. El Hotel María Cristina es el sueño
de quien no puede permitírselo, y, en tanto no lo consiga, no podrá
deslumbrarse con las exquisiteces culinarias de un desayuno de ensueño, tanto
como la visión inenarrable del abrazo apasionado con que recibe a diario el mar
al río Urumea. Un palacio real a pie de playa es el caso del Palacio de
Miramar, creado para las estancias veraniegas de la reina María
Cristina y la familia real, que decidió instaurar el veraneo real en San
Sebastián a partir del año 1887. Son impresionantes sus vistas sobre las dos
playas de la bahía y la isla de Santa Clara. El palacio de Miramar fue
construido en estilo ‘cottage inglés
reina Ana’ por el arquitecto inglés Seldon Wornum, que también diseñó
diferentes palacios en Biarritz y San Juan de Luz, al otro lado de la frontera.
Se construyó con fondos privados de la reina en ladrillo y piedra arenisca con
entramados de madera y su gloria duró lo que la vida de la reina. Luego, hubo
un tiempo de abandono y desidia hasta que sus frías habitaciones y estancias
fueron recuperadas y rehabilitadas por el consistorio. Los jardines, obra del
maestro Pierre Ducasse, autor también de los jardines del palacio de Ayete y de
la plaza Gipuzkoa, son ahora un parque municipal. En sus salones se celebran
los cursos de verano de la Universidad del País Vasco y es sede en la actualidad
de Musikene, el Centro Superior de Música del País Vasco. Una de las grandes
expresiones de la arquitectura contemporánea, obra emblemática que abrió el
nuevo milenio donostiarra hacia el futuro, que se ha convertido en obra de arte
desde su construcción y es seña de identidad de San Sebastián, es el Palacio de
Congresos Auditórium Kursaal, que alberga desde festivales hasta
ferias de todo tipo… Hay muchas maneras de conocer el Kursaal y cualquiera de
ellas es la opción perfecta. Tanto por fuera como por dentro, esas dos
gigantescas rocas que quedaron varadas, estos dos ‘cubos’ que diseñó el
arquitecto Rafael Moneo ofrecen diferentes posibilidades para cada día del año.
Otro barco varado en la bahía, el Real Club Náutico de San Sebastián es un
edificio de estilo racionalista que reproduce un barco atracado en el muelle.
Recientemente ha sido declarado ‘bien de interés Cultural’ con la categoría de
monumento, como lo puede ser la antigua Casa de Baños o la Perla del Océano, la
antigua caseta real de baños en pleno centro de la Bahía de La Concha.
Chillida Oteiza frente al mar
San Sebastián es un museo al aire libre. El arte en espacios abiertos,
accesible a todos, es otra de las características más representativas de San
Sebastián. Locales y visitantes tienen el placer de deleitarse en sus paseos
con edificios, puentes y obras de enorme belleza que se diluyen en el paisaje
natural, formando, en quien las observa, sueños, imágenes y momentos
inolvidables. La obra de Eduardo Chillida está presente en más de veinte museos
de todo el mundo como un profundo diálogo entre arte y paisaje. El Peine del
Viento es el ejemplo perfecto de la belleza en estado puro y se ha
convertido en símbolo de la ciudad. La fusión entre la bravura del mar y la
fuerza de las estructuras de hierro han elevado su carácter natural de obra de
arte contemporánea a lugar de encuentro y relax para donostiarras y turistas.
Desafiando a la fuerza de las mareas, en pleno Paseo Nuevo, se alza también,
imponente, la escultura Construcción Vacía, del Jorge Oteiza, un
verdadero tesoro al alcance de todos que el ayuntamiento colocó poco antes de
morir el escultor y que supone sin duda un referente en el mundo del arte
contemporáneo. Y presidiendo y custodiando la ciudad, desde la cima del monte
Urgull, la otra escultura, el Sagrado Corazón emerge desde los orígenes de
su historia en el paisaje donostiarra. La obra fue realizada por Federico
Coullaut en 1950. precisamente para este lugar en que nació y se expandió la
ciudad, en pleno corazón de la misma de vista privilegiada, que guarda la Casa de la
Historia, con audiovisuales,
maquetas, objetos y escenografías que narran los 800 años de una ciudad aún
joven y viva, en los restos de la muralla y los cañones que son testigos ahora
mudos del pasado militar de la ciudad.
Las
tres playas de ‘la perla’ del Cantábrico
Las playas
de San Sebastián son otro de los principales atractivos en la temporada
estival: La Concha, la más conocida, y la de Ondarreta, más familiar, conforman
esa bella Bahía de La Concha. Zurriola, la más joven y surfera de las playas, y
la apartada pequeña playa de la isla de Santa Clara completan el elenco de
playas. La playa de La Concha, es una de las playas urbanas más
famosas de España, cuya barandilla de inconfundibles formas ornamentales es uno
de los iconos más universales de la ciudad; es la más clásica, la más
fotografiada, la más bonita y visitada y la más céntrica de la ciudad. La
Concha es diferente al resto, se extiende a lo largo de un kilómetro y medio de
arena blanca donde priman la elegancia y la urbanidad. Creció al amparo del
veraneo real a comienzos del siglo pasado, y aún conserva sus 38 duchas, el
alquiler de toldos y silla de playa, el balneario de La Perla, la antigua Casa
Real de Baños y el Real Club Náutico, edificios que, junto a la famosa
barandilla, las elegantes farolas, los dos grandes relojes de principios del
siglo XX y el Palacio de Miramar, que la cierra por el oeste, configuran esa
playa elegante y singular que le dio vida en tiempos de veraneo real. Situada
entre el Monte Igueldo y los jardines del Palacio de Miramar, la playa de Ondarreta,
siendo la más pequeña de las tres, ofrece más de medio kilómetro de longitud de
arena donde tumbarse al sol. En esta playa de corte menos urbano y más
informal, el volley ball, la pala o el fútbol son verdaderos clásicos. Los días
en los que los temporales azotan el litoral, las aguas de Ondarreta son todo un
atractivo para los surfistas y bodyboarders,
aunque son las olas y el surf los componentes más principales de la tercera, la
playa de Zurriola,
la de más movimiento y ambiente de San Sebastián. Situada en pleno barrio de
Gros, entre los cubos del Kursaal y el monte Ulía, la playa de Zurriola se ha
convertido desde su remodelación hace una veintena de años en el destino
favorito de surfistas y jóvenes de todo el mundo, que la alternan con la de
Zarautz, más viva y a pocos kilómetros de la capital donostiarra. La otra
playa, la cuarta es la de la isla Santa Clara, una playa experta en el arte
de aparecer y desaparecer. Su pequeña superficie que no supera los 30 metros de
longitud, la deja a merced de las mareas, pero también le ha proporcionado ese
exquisito encanto. Ser pequeña no le ha supuesto ser desierta, todo lo
contrario. La playa de la isla dispone de todo tipo de servicios, a la par que
las otras playas, desde bar con terraza hasta puesto de socorro, mesas donde
hacer pic-nic entre una vegetación
boscosa e incluso puede presumir de contar con una ‘piscina natural’ de agua de
mar. Pocas ciudades pueden presumir de poseer una isla en plena bahía, y San
Sebastián es una de ellas. Se puede disfrutar de su pequeña playa, de los
breves paseos hasta el singular edificio del faro, de los senderos con sus
merenderos o los cafés en la terraza del bar, su cercanía respecto a las playas
de la bahía también hacen posible el acceso a nado durante todo el año. Con las
mareas vivas de otoño hay quien ha logrado llegar a pie con la bajamar. Desde
la isla puedes disfrutar de una vista inmejorable de la ciudad.
Montes
Los bellos
montes de San Sebastián custodian la ciudad y la abrazan más que protegerla.
Son los auténticos pulmones verdes de la ciudad y, en un pasado no muy lejano,
fueron fortaleza militar, zona de disfrute de la aristocracia e incluso atalaya
de pescadores para avistar ballenas.
Sin duda,
las mejores vistas de la ciudad se contemplan desde el torreón del
‘secesionista’ Monte
Igueldo, construido en el siglo XVIII y cuya función inicial de faro
ha cambiado a la de mirador y la de observador de un coqueto parque de
atracciones que le sirve de diversión.
Igueldo ya existía como aldea cuando en 1180 se creó la villa de San Sebastián.
El acceso a este lugar se hace mediante un funicular, el más antiguo del País
Vasco y en funcionamiento desde 1912. El torreón del Igueldo alberga una
exposición sobre la historia, vida y constumbres de los donostiarras. Y si se
quiere disfrutar en un lugar perfecto de la belleza del mar y de los
acantilados de Igueldo, entonces sí, hay que ascender al faro de 1855, en el
flanco occidental del monte. El Monte Urgull, con su castillo de la Mota en lo
más alto, puede descubrir el pasado de San Sebastián en el museo de la Historia
de la Ciudad. La abrupta historia militar de San Sebastián sigue viva aquí. Su
enclave y orografía la convirtieron ya en el siglo XII en fortaleza militar y
sus murallas, por orden de Don Sancho Mayor de Navarra. Es el único vestigio y
testigo actual de la San Sebastián amurallada junto con los restos que se
conservan en el aparcamiento subterráneo del Boulevard, sufrieron ataques y
asedios a lo largo de los años. El monte Urgull fue testigo en 1794 de la
primera capitulación de la ciudad a manos de los franceses y presenció,
impotente, el incendio que fruto de la batalla de las tropas galas con el
ejército anglo-portugués destruyó la ciudad en 1813. Aquí se ha creado ahora la
Casa de la Historia, el museo que relata la historia de la ciudad. El
cementerio de los ingleses, en la ladera norte del monte, testifica el paso y
muerte de los ingleses por San Sebastián. El Monte Ulía, por su parte, es hoy
un parque natural en plena ciudad y ofrece una fenomenal caja de sorpresas. Era
la antigua atalaya de avistamiento de ballenas. Desde estas peñas los vigías
oteaban el horizonte en busca de ballenas y cuando las localizaban hacían fuego
para dar aviso a los marineros que esperaban en el puerto. A principios del
pasado siglo se construyó como parque de recreo para la aristocracia y, hoy, es
la zona de senderismo más importante de la ciudad, no en vano forma parte del
Camino de Santiago por la costa lo surca de este a oeste. La Peña del Ballenero
y la Peña del Rey, rocas voluminosas utilizadas como puestos de avistamiento de
ballenas siguen en pié, aunque están rodeadas de árboles y vegetación y casi no
se puede ver el mar.
Parques
y jardines
San
Sebastián cuenta con un enorme número de zonas verdes urbanas, de fácil acceso
y de encomiable belleza. Tiene en sus parques y jardines –más de una veintena
de espacios verdes– su patrimonio más importante, añadido a su paisaje natural.
El parque
que rodea al Palacio
de Ayete es un entorno natural de gran belleza y cuenta con un
estanque, grutas y cascadas con más de cien especies de árboles y plantes,
praderas verdes y jardines. Muy cerca de la estación del norte, Cristina Enea
es el sitio perfecto para desconectar del ajetreo de la ciudad. Es un gran
bosque lleno de encanto. El exotismo de sus árboles, el romanticismo que
proporcionan los cisnes y los pavos reales que lo habitan, la arquitectura de
su edificio central, nos recuerdan que este parque fue un oasis de paz, un
regalo que hizo el duque de Mandas a su mujer. El diseño del parque actual es
obra de Pierre Ducasse, autor de los jardines del Palacio de Miramar, uno de los
espacios verdes mejor situados y con mejores vistas de la ciudad, y de los de
la Plaza
Gipuzkoa, que es como un pequeño bosque inglés en pleno centro.
Precisamente, con las privilegiadas vistas sobre la bahía de La Concha, el
parque de Miramar es una parada obligatoria en todos los paseos por el litoral
de San Sebastián. El parque de Ulía, al que se accede desde el
barrio de Gros bordea la costa con espectaculares acantilados. Los jardines de Alderdi-Eder,
frente al Ayuntamiento y a la Bahía de La Concha, son una de las estampas más
típicas y están compuestos por
diferentes conjuntos florales a los que acompañan los deliciosos tamarindos y
las elegantes palmeras. Los jardines del Boulevard, en ese gran espacio
recuperado para los peatones que enlaza el área de la parte vieja de la ciudad
se mezclan con naturalidad jardines con animadas terrazas, plataneros y
castaños de indias de gran tamaño, además de contar con los jardines de la
reina Regente, elevados en su parte central por unas escaleras de piedra, frente
al teatro Victoria Eugenia. O los jardines de Ondarreta, un variado y simétrico
conjunto floral junto a la playa que rodea al monumento que los vecinos
dedicaron a la reina María Cristina de Austria, a quien deben en gran medida
esa belleza sin igual que antes, ahora y siempre paseará con orgullo la capital
donostiarra.
Las
otras riquezas
No nos
podemos despedir de Donostia sin comprobar la otra riqueza y seña de identidad
de San Sebastián, su gastronomía. Sus cocineros le han dado fama en medio mundo
y en nuestras antípodas nos reconocen por la calidad gastronómica. De hecho,
del total de cinco restaurantes con 3 estrellas Michelín que hay en toda
España, tres están en la ciudad, complementados con otra gran selección de
restaurantes que reúnen un total de 16 estrellas Michelín y que rubrican el
buen hacer diario de los artistas culinarios donostiarras. Y si esto decimos de
la gastronomía, otro tanto pudiéramos decir de las compras en establecimientos
llenos de tradición y dinamismo de la ciudad, herederos de una tradición
comercial enraizada en la propia ciudad, de comercio distinguido y dinámico que
ofrece al tiempo variedad, calidad y vanguardia lejos de los grades
establecimientos comerciales.
Todos los
ámbitos de la creación, con una calidad cultural a todos los niveles, están
representados en San Sebastián. La ciudad es una explosión de conocimiento,
arte, tradición y modernidad disponible para todos. El Aquarium, la Casa de la
Historia, el Centro de Recursos Medioambientales, El museo de la Ciencia,
Balenciaga, Chillida-Leku, el Naval, el San Telmo… La decena de museos con los
que cuenta, sus reconocidos festivales, espléndidas esculturas de renombre, la
diversidad de teatros y salas de exposiciones son, sin duda, un claro ejemplo
de su riqueza cultural. Por si fuera poco, la noche se viste de gala. Hay,
básicamente, tres zonas de ocio nocturno, cada una con una marcada identidad
propia. Uno de los lugares más concurridos es la Parte Vieja, el barrio que
nunca parece descansar. La calle de los Reyes Católicos, situada en la parte
trasera de la catedral del Buen Pastor, esconde la cara más chic con locales
modernos y propuestas musicales más arriesgadas. Asimismo, el joven barrio de
Gros es feudo de bares dispersos para aquellos que gusten de ambientes más
relajados e intimistas.
San
Sebastián, capital europea de la cultura en 2016, quiere ser –y se prepara para
ello sin descanso en el tiempo que queda– un referente y dinamizador de la
apuesta por la cultura como motor de convivencia y transformación, reforzando
la posición de ciudad de acogida que siempre ha sido desde y hasta donde mi
memoria alcanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario