martes, 18 de febrero de 2014

VIAJES - Viena, entre tradición y evolución

Capital del Imperio de los Habsburgo durante cerca de siete siglos, Viena tiene una deuda de agradecimiento con la historia por el papel preponderante que ha desempeñado siempre. Es una ciudad que engancha, en lo antiguo y en lo moderno; es arte y museo –hay más de un centenar donde elegir–. Es gastronomía pura ya que su mezcla de culturas genera y nos muestra una gran variedad de platos procedentes de todas las cocinas del mundo, además de sus deliciosos pasteles, como la tarta Sácher y su buen café. Viena es también esencialmente música, cuna de grandes compositores como Strauss, Beethoven o Mozart y morada como ninguna otra de la ópera.



Viena  se extiende entre la orilla derecha del Danubio, al este, y el Wiener Wald –Bosque de Viena–, al oeste. Sus barrios periféricos y sus suburbios se extienden más allá del Danubio sobre la extensa llanura que se abre entre los relieves meridionales del Wiener Wald, y el curso del Danubio. La bella ciudad se encuentra hoy en el corazón de una Europa ciertamente en construcción desde la perspectiva del antiguo imperio y bajo unas nuevas enseñas. Profundamente dañada por los ataques de los turcos, primero, guerras napoleónicas, posteriormente, y por los bombardeos de la II Guerra Mundial, Viena se ha levantado siempre de entre sus cenizas. Simboliza el glorioso legado de la dinastía de los Habsburgo, que controlaron gran parte de Europa durante más de seiscientos años. Hoy, a pesar de ser una ciudad alegre, repleta de joyas arquitectónicas dignas de ver, y con un impresionante pasado musical, está intentando atraer un turismo que se le resiste y que en los últimos años el turismo se ha reducido a los viajeros de la tercera edad. Afortunadamente, en la actualidad la ciudad ha vuelto a recuperar su gracia y entusiasmo –reclamo de la juventud viajera–, en su núcleo histórico –Innere Stadt– con la catedral, el Palacio Imperial de Hofburg, y sus barrios con iglesias barrocas o rococó y residencias principescas, como el palacio de Liechtenstein, y más apartado el castillo de Schönbrunn.
       Más allá del Gurtel, comienzan los ensanches urbanos del siglo XIX y principios del XX, con numerosas industrias. La ciudad tiene abundantes parques y jardines, entre ellos el Prater, con sus musiquillas, sede de la Exposición Universal de 1873. Como capital del estado, y por su situación convergente en cuanto a las comunicaciones, las carreteras, autopistas, vías fluviales aéreas y de ferrocarril más importantes del país concurren en ella. Viena es, además, un importantísimo centro comercial e industrial de primera magnitud dentro del estado austríaco.
      
Viena a través de la historia
Aldea celta en sus orígenes, los romanos del siglo primero fundaron en ella una fortaleza de avanzadilla que denominaron Vindobona. En ella murió Marco Aurelio, en el 180 d.C. Los carolingios del siglo IX la conocieron con el nombre de Venia, que se transformó más tarde en Wienne. Durante las primeras cruzadas ya tuvo un desarrollo notable y a finales del XII se construyó un nuevo recinto amurallado –el actual desarrollo del Ring–. En 1246 es conquistada por Otokar, rey de Bohemia. En 1273, cae en poder de Rodolfo de Hasburgo, siendo coronado en ella cinco años más tarde, su hijo Alberto como duque de Viena, comenzando así el largo reinado de los Habsburgo
       En 1365 el duque Rodolfo IV, fundó la universidad y haría construir San Esteban. En 1485, la ciudad, convertida en pocos años en la capital de un territorio muy apetecible, es conquistada por el rey de Hungría Matías Corvino, a quien se la arrebató ese año, al morir, Maximiliano, hijo de Federico III. Carlos V, que reinó en el imperio desde 1519, confió Austria a su hermano Fernando, en un momento en que la Contrarreforma se difundió por toda la zona.
       El siglo XVI fue decisivo para Viena, que pasó por toda una serie de experiencias difíciles: ejecución del alcalde por oposición al autoritarismo de los Habsburgo, nuevo estatuto de la ciudad, incendios, etc. En los siglos XVI y XVII, constituyó el baluarte de la cristiandad frente al turco, quienes la asediaron sin resultados en 1529, aunque provocaron una gran destrucción, y en 1683, el último asedio turco de varios meses de duración. Se construyeron nuevas murallas que Francisco José haría derribar en 1857 para crear los bulevares circulares que conocemos como Ring… A partir de este momento desaparece la amenaza y se inicia el gran desarrollo de la ciudad, mezclándose estilos y poblaciones. Se crean magníficas mansiones junto a hermosas iglesias, densificándose la ciudad, que, a ojos de los visitantes se presenta como un laberinto de calles sinuosas, donde las casas, adosadas unas a otras se protegen del frío del invierno más que del calor veraniego. En los últimos decenios del s. XVII, ya adquiere el aspecto típicamente barroco, neoclásico y monumental que la caracteriza. Como capital del Imperio de los Hasburgo. En la época napoleónica desempeñará un papel fundamental en la historia europea. Ocupada por los franceses de 1805 a 1806 y de nuevo en 1809, fue la residencia favorita de Napoleón. En 1814-15, tuvo lugar en Viena el histórico Congreso, que lleva su nombre donde se trató y plasmó el nuevo reparto de Europa.
       En 1857 se derriban las murallas y sobre ellas se trazan las amplias avenidas arboladas del Ring. Bajo el reinado de Francisco José (1848-1916), Viena se convierte en una capital de primer orden en consonancia con la capitalidad del Imperio Austro-Húngaro. Anexionada por Hitler en 1938, la Segunda Guerra Mundial le reportó destrucciones y daños ocasionados por los bombardeos aéreos de los aliados. Al finalizar la contienda fue ocupada por las cuatro potencias vencedoras hasta el 15 de Mayo de 1955 en que se firmó el Tratado de Viena, por el que se daba fin a la ocupación de Austria.

La Viena de Ringstrasse, de la Ópera y del Parlamento
La ‘ciudad’ en sí es la referencia al casco antiguo. El centro histórico está delimitado por el ‘Ring’, la amplia avenida construida en el lugar de las antiguas murallas. Viena es una ciudad muy monumental, con una gran variedad de lugares que hay que visitar y priorizar si nuestro tiempo de estancia no es lo suficientemente generoso en el tiempo como para que nos permita visitarla exhaustivamente. La Ringstrasse, la Ópera y el Parlamento son los tres lugares que le dan a Viena un toque único.
       La Ringstrasse es la avenida más importante de la ciudad y se construyó en el mismo lugar en el que se encontraba la antigua muralla. En ella se encuentran los edificios más famosos de Viena. Es una avenida circular que rodea el centro de Viena separando los barrios del Hofburg y Stephansdom del resto de la ciudad. Acoge gran parte de las obras arquitectónicas más significativas que podamos contemplar: el Palacio Real Hofburg, el Ayuntamiento, la Bolsa, el Parlamento, el Burgtheater, la Iglesia Votiva, la Universidad, el Museo de Historia del Arte o el Museo de Historia Natural.
        La Ópera Estatal de Viena es la compañía de ópera más importante y conocida a nivel mundial, además de constituir el centro neurálgico de la vida musical vienesa. El Teatro de la Ópera de Viena —Straatsoper— fue el primer edificio del proyecto de la Ringstrasse en verse finalizado.
       Inaugurado en 1869 con la presentación de una obra de Amadeus Mozart, el edificio de diseño renacentista fue una decepción para los vieneses que esperaban algo más de él. En 1945, una bomba dañó gravemente el edificio de la ópera, hecho que los ciudadanos tomaron como una agresión simbólica a la ciudad. Diez años después del incidente, la ópera volvió a abrir sus puertas con los daños reparados y dotada de las tecnologías más avanzadas. Es una de las visitas guiadas que no nos podemos perder. El hall de entrada, la escalera principal que n os conduce al auditorio con espacio para 2.800 personas, el escenario, el salón de té en el que Francisco José descansaba durante los entreactos o la Sala de Mármol… Son estancias llenas de historia donde la música no descansa incluso cuando parece que están vacías. Hay música en el entorno y ópera asequible para todos los bolsillos.
El Parlamento Austriaco fue construido en el siglo XIX en estilo clásico y es el edificio más notable de la Ringstrasse.
       El Parlamento de Viena se construyó como parte del proyecto de renovación de la Ringstrasse. El enorme edificio de estilo neoclásico comenzó su construcción en 1874 y se terminó diez años después. Fue diseñado con un estilo historicista neoclásico, con la intención de que su construcción recordara a la antigua Grecia como cuna de la democracia. El edificio cuenta con dos grandes salas de sesiones unidas por un gran pórtico central; una de ellas es la sede del Consejo Nacional y la otra es ocupada por el Consejo Federal. El edificio fue sede del Parlamento de la parte austríaca del Imperio austro-húngaro, pero, a lo largo de sus más de cien años de historia, ha albergado diversas instituciones parlamentarias: Tras la caída del Imperio de los Habsburgo, en 1918, el Parlamento pasó por uno de sus momentos más importantes, cuando los diputados proclamaron la transición a la República.
       Durante la II Guerra Mundial, la mitad del edificio del Parlamento quedó destruido debido a los bombardeos. Las obras de reconstrucción se prolongaron hasta 1956, dando al edificio un aspecto similar al original, excepto a la sala de sesiones del Consejo Nacional, que fue rediseñada para otorgarle un aspecto más moderno y funcional.

Los palacios de Viena
Leopoldo soñó con hacer de Schönbrunn un nuevo Versalles. Construido en el siglo XVII, el Palacio Schönbrunn sirvió durante años como residencia de verano de la familia imperial. Tanto el interior como sus jardines merecen la pena porque es un recorrido por la época de mayor esplendor de su historia. Las habitaciones, decoradas de un estilo rococó, llaman la atención por su suntuosidad, como es el caso de los salones oficiales, o contrastan por la sencillez de las habitaciones que pertenecieron a Francisco José y la emperatriz Isabel. Algunas de las estancias más llamativas del palacio son la Gran Galería, utilizada para celebrar los banquetes imperiales, el Salón Chino Circular, utilizado por María Teresa para mantener conversaciones privadas con su canciller, el Salón del Desayuno, utilizado para tal fin, o el Salón Chino Azul, que vio abdicar a Carlos I en el año 1918. Justo al lado del palacio, se encuentra situado el interesante Museo de Carruajes imperiales, una de las mejores colecciones de vehículos históricos del mundo, además del Tiergarten, el zoo más antiguo del mundo.
       Situado en los jardines del Palacio Schönbrunn, el museo alberga más de 170 vehículos entre los que se encuentran algunos carruajes, sillas, trineos y otros vehículos que pertenecieron a conocidos personajes históricos. A través de los carruajes, el museo nos da la oportunidad de conocer un poco más la vida de algunos personajes importantes de la historia vienesa, como Napoleón, María Teresa, Francisco José I o la emperatriz Sisi. De esta última podemos contemplar el coche fúnebre de la corte vienesa, la carroza que utilizaba la emperatriz Sisi, el minúsculo coche de niños del hijo de Napoleón o un automóvil imperial que data de 1914.
       El Palacio Hofburg ha sido durante más de seiscientos años el lugar de residencia de los Habsburgo y su historia hace justicia al convertirlo actualmente en el lugar más visitado de Viena. Se trata de un enorme conjunto arquitectónico que abarca una amplia zona que va desde los antiguos aposentos imperiales, el museo de Sisí y la Platería de la Corte —con el fin de la monarquía de los Habsburgo, los objetos como cristalerías, objetos de porcelana y la platería de la corte pasaron a ser propiedad de la República de Austria—, una capilla y una iglesia, la Biblioteca Nacional Austriaca, la Escuela de Invierno de Equitación, hasta el despacho del Presidente de Austria.
       Durante el recorrido por las seis salas del museo de Sisí, se llega a comprender a la excepcional emperatriz, conociendo una pequeña parte de su intensa vida. Su rebeldía ante la vida en la corte, su obsesión por la belleza y la extrema delgadez y el estado de profunda melancolía en el que se encontraba sumida. La emperatriz, en un intento de huida de los demás y de sí misma, no dejó de viajar por todo el mundo hasta que en 1898 fue asesinada en Ginebra.
       Las habitaciones del Palacio Hofburg se encuentran decoradas y amuebladas, como si el tiempo se hubiera detenido en su interior, dejando testimonio del esplendor de la monarquía de los Habsburgo, además de su historia personal a través de los despachos, salones, tocadores y dormitorios.
       El Palacio Belvedere fue construido como residencia de verano del Príncipe Eugenio de Saboya. Hoy en día alberga un museo de arte y de su interior palaciego no queda nada. El conjunto lo forman dos palacios unidos mediante un enorme jardín francés. En el punto más alto del jardín se encuentra situado el Alto Belvedere, edificio principal del conjunto arquitectónico que disfruta de una fachada más elaborada. Pero el interior del Belvedere decepciona bastante a los visitantes que esperan ver un palacio. Sólo se pueden ver decoradas la capilla, el hall de entrada y el Salón de Mármol. El resto de las estancias, faltas de decoración, muestran colecciones de pintura de la Galería Austríaca, desde la Edad Media hasta nuestros días, como si se tratara solamente de un museo.
       En la planta baja se pueden ver obras maestras del barroco y arte medieval, además de la capilla. En la primera planta, se pueden contemplar obras vienesas realizadas durante los años 1880 y 1900. La segunda planta está repleta de muestras del neoclasicismo y del romanticismo, además de la colección Biedermeier.
       De menor tamaño y fachada menos llamativa que la del Alto Belvedere, en el edificio del Bajo Belvedere se encuentran las exposiciones de arte barroco austriaco, donde se exhiben las obras de los artistas que dieron forma a la ciudad durante la Edad de Oro de Viena. Algunas de las salas más importantes son la Sala de los Grotescos, la Galería de Mármol y el Salón de los Espejos, todos ellos dotados de un diseño barroco. Junto al Bajo Belvedere se encuentra situado La Orangery, el elegante edificio que era utilizado como invernadero. Hoy en día alberga diferentes exposiciones temporales.
        Si en la corte austriaca del siglo XVIII las distancias sociales se mantienen y respetan estrictamente, en la vida de Viena, sea en los jardines o en las calles, se respira un clima particular. A menudo se describe a un emperador que deambula libremente entre la gente sin que la familiaridad corriera el riesgo en ningún momento de derivar en faltas de respeto y es que la música siempre ha sido en esta ciudad un bálsamo que la diferencia de otras partes.

Otros lugares de interés
El Prater. Es un popular espacio de recreo en el que se sitúa el parque de atracciones más antiguo del mundo. Una visita al Prater con buen tiempo siempre es recomendable ya que está lleno de atracciones antiguas y puestos de comida rápida, sin menospreciar una cena a la luz de las velas en una de las cabinas de la noria… La noria, de 60 metros de altura, es uno de los símbolos de Viena. El Prater de Viena había sido utilizado durante siglos como coto imperial de caza hasta que, en 1766, fue abierto al público. En 1895 se inauguró allí un parque de atracciones del que se conservan en perfecto estado muchas de las atracciones, envueltas en un aire antiguo y con encanto que domina todo el lugar.
       Desde su inauguración en 1897, la Noria Gigante de Viena es uno de los emblemas de la ciudad. A lo largo de su historia, la noria ha logrado sobrevivir a las grandes catástrofes naturales y conflictos bélicos. Fue testigo de la I Guerra Mundial, durante la cual tuvo que dejar de funcionar durante dos años. Fue durante los últimos días de la II Guerra Mundial, en 1945, cuando los bombardeos y el fuego destruyeron gran parte de la noria. Aunque fue reconstruida en tiempo récord, sólo pudieron ser colocadas 15 de las 30 cabinas que tenía en sus inicios.
       Las cabinas que no pudieron ser colgadas, están colocadas en la parte de debajo de la noria a modo de exposición, a través de la cual se puede viajar por diferentes épocas del pasado de la capital: el Imperio Romano, la Edad Media, las guerras contra los turcos, la Exposición Mundial de Viena o las catástrofes ocurridas durante las guerras mundiales.
Hundertwasserhaus. Es un bloque residencial construido por Friedensreich Hundertwasser, un artista austriaco que nos recuerda en cierto modo a nuestro Gaudí. Y la Hundertwasser Village es un complejo residencial con un aspecto verdaderamente original y que atrae a los estudiantes de arquitectura de Europa, construido entre 1983 y 1986. La construcción parece un colorido puzle, obra de un niño, en la que los suelos no son rectos, sino ondulados, y donde en el interior de las habitaciones crecen árboles cuyas ramas asoman por las ventanas. En el exterior, todo son colores y formas fantasiosas que deleitan a los turistas, poco acostumbrados a una arquitectura tan especial. Además de ser una de las principales atracciones de Viena, ya forma parte del patrimonio cultural austriaco. Hay quien dice que la forma y los colores de los inimaginables edificios invitan a soñar en que es posible cambiar el mundo.
       Junto a los edificios también se puede visitar un coqueto centro comercial realizado en el mismo estilo (Hundertwasser Village), además del Museo Hundertwasser donde se exponen las obras del original artista, curiosas pinturas, además de algunos trabajos gráficos y diseños arquitectónicos. Friedensreich Hundertwasser, nacido en Viena en 1928, destacó en el mundo de la pintura, la escultura y la arquitectura por sus obras especiales, diferentes, coloridas y originales. Los comienzos del artista no fueron fáciles, pero no tardó en ser aceptado y respetado y sus obras llegaron a todos los rincones de Austria. Se trataba de un personaje peculiar que solía llevar calcetines de diferente color y le gustaba provocar desnudándose en público. Este carácter tan especial se ve reflejado en todas sus obras y construcciones que tienen un sello personal inconfundible y están dotadas de asimetría y colorido.
Stadtpark. Abierto al público desde 1862, el Parque de la Ciudad —Stadtpark— es el parque preferido tanto por los vieneses como por los turistas que visitan la capital.Es uno de los parques más antiguos de Viena. Dotado de un estilo inglés, posee una extensión de 65.000 metros cuadrados a lo largo de los cuales florece una amplia variedad de especies vegetales. El río Wien divide el parque en dos, mientras que algunos pequeños puentes se ocupan de unir ambas partes. Uno de los lugares más fotografiados del parque es el monumento a Johann Strauss, una estatua de bronce dorada que fue inaugurada en 1921 para rendirle homenaje a uno de los violinistas más importantes de todos los tiempos, Johann Strauss (hijo). Stadtpark posee una situación privilegiada en pleno centro de la ciudad, a escasa distancia de lugares tan importantes como la Ópera, por lo que resulta muy cómodo y agradable acercarse hasta el parque para perderse en la inmensidad de su verdor.
Cripta Imperial de Viena. La Cripta Imperial —Kaisergruft—, situada debajo de la Iglesia de los Capuchinos, es el lugar en el que descansan los restos de la realeza austriaca. En ella hay más de 150 sarcófagos, entre ellas las de 12 emperadores y 18 emperatrices, siendo el más visitado, el del emperador Francisco José, la Emperatriz Sisi y el príncipe heredero Rodolfo.
La Iglesia de los Capuchinos. La Iglesia de los Capuchinos —Kapuzinerkirche— fue construida entre los años 1622 y 1632 en un estilo barroco. Se trata de una pequeña iglesia muy sencilla a la vez que agradable. Una vez en el interior sorprende la escasa decoración, formada solamente por varios cuadros colgados en sus claras paredes. Los féretros de la Cripta de los Capuchinos son verdaderas obras de arte que muestran el poder de los personajes que descansan en su interior. Resulta especialmente sobrecogedor ver el gran número de minúsculos féretros en los que descansan los niños que sufrieron muertes prematuras.
Escuela Española de Equitación. La Escuela Española de Equitación, —Spanische Hofreitschule— creada en 1572, forma parte del Hofburg y constituye una de las instituciones más destacadas de Viena. Sus caballos son conocidos en el mundo entero. Está dedicada a la equitación basándose en la doma clásica, manteniendo intacta su técnica desde hace más de 400 años. Forma parte del Hofburg y constituye una de las instituciones más destacadas de Viena. En 1735, se inauguró la Escuela de Invierno con la intención de ofrecer a los jóvenes aristócratas la oportunidad de recibir clases de equitación. Se trata de una impresionante sala barroca en la que hoy en día realizan sus prácticas y representaciones los caballos Lipizzanos.
       La corte imperial austriaca disfrutaba con la cría y doma de caballos de raza, de forma que, a finales del siglo XVI, el archiduque Carlos fundó el picadero de Lipizza, lugar donde se mantiene la tradición de cría. Los primeros caballos de Lipizza fueron llevados desde España. Se trata de caballos que son negros hasta los ocho años, edad a la que la mayoría de ellos se vuelve de color blanco. Los jinetes requieren una preparación de más de diez años junto a sus caballos Lipizzanos para lograr esa complicidad que hace que parezcan uno mientras efectúan los precisos movimientos en armonía con la música.
       Hay pocas opciones para conocer la Escuela Española de Equitación de Viena; una de ellas es comprar entradas para alguno de los espectáculos ecuestres, disfrutando así de las funciones únicas de los caballos Lipizzanos en el espectacular escenario que es la Escuela de Invierno.
La segunda opción para conocer la escuela es participando en una de las visitas guiadas que se realizan a diario, como ocurre en cualquier museo, en las que un guía lleva a ver a los caballos en sus establos, además de la preciosa Escuela de Invierno en la que actúan.
Torre del Danubio. Oficialmente, Donauturm, es una torre de 252 metros de altura desde la que se puede contemplar gran parte de Viena. Cuenta con un restaurante giratorio. Situada en el parque del Danubio, en la orilla norte del río, la Torre del fue inaugurada en 1964; no es solamente un mirador sino que es también un lugar para relajarse en el restaurante giratorio mientras las vistas van cambiando constantemente. Al igual que en la Torre de Macao, los más arriesgados podrán realizar "bungee jumping" desde lo alto de la torre, una buena forma de descargar adrenalina. A pesar de la altura de la torre, las vistas desde su mirador no son tan buenas, como las de la torre de la Catedral de Viena.
Naschmarkt. Flores, carne, pan y todo tipo de alimentos se dan cita en Naschmarkt, el mercado más conocido de Viena, un mercado que lleva celebrándose desde el siglo XVI. Además de ver los puestos y hacer algunas compras también es posible comer en la zona, ya que los puestos comparten espacio con decenas de restaurantes internacionales a precios asequibles. El mercado callejero más conocido de Viena lleva celebrándose desde el siglo XVI, cuando se vendían principalmente botellas de leche. Desde 1793 lo normal era que todas las frutas y vegetales que llegaban a la ciudad en carro se vendieran en el Naschmarkt, mientras que las que llegaban en barco se vendían en otros puntos de la ciudad.

Una rica gastronomía
La gastronomía vienesa es abundante y un poco pesada, tal vez por eso los austriacos comen y cenan muy pronto. En ella se mezclan sabores de la cocina húngara, checoslovaca, polaca, yugoslava e italiana. El ingrediente básico de la mayoría de los platos es el famoso Cinbreen, salsa hecha con mantequilla y harina, se usa en las sopas, verduras, Goulash con gusto a Prapika. La carne normalmente se come Parniert, es un rollo envuelto en harina, huevo y pan rallado frito con manteca o aceite. También hay platos de buey entre los que se encuentra el Tellerfleisch y Kruspelspitz, el escalope vienés o las salchichas de todo tipo. Y, cómo no, pasteles vieneses entre los que destaca la Sachertorte Original… Y para no quedarse con sed, nada mejor que un poco de vino, como el Grüner Veldinger, Müller Thurgau, un Neuburger o un Riesling. Y al que no le guste el vino, siempre puede echar mano de las cervezas de varias clases embotelladas o de barril.
       Pedir un café en un kaffeehaus vienés no es cualquier cosa. Existe una gran variedad de combinaciones. Algunos de estos establecimientos ofrecen, además de café, ofrecen pequeños conciertos con regularidad. La mayor parte de ellos perpetuan la tradición de la doble ‘K’ —Kaffe-Kuchen—. Antes de la Segunda Guerra Mundial había en Viena cerca de 1.500 cafés, en tanto, hoy, son la mitad. Fueron —como en la mayoría de capitales de Europa— el centro de la vida política y cultural, donde se encontraba uno solo mientras estaba acompañado de gente de tertulia y lectores de periódico, además de gente de bohemia. “Estar en el café –decía un poeta– es como encontrarse en casa sin estar en casa”. Un oasis de tranquilidad o un lugar de sociabilidad, como se quiera, que hoy no consiguen los modernos ‘starbucks’ llenos de jóvenes, estudiantes y artistas mezclados con turistas en espera del ceremonial de un café vienés servido en bandeja de plata con un vaso de agua fresca.
       Viena es la ciudad del mundo, la única, donde durante diez meses al año, de septiembre a junio, tiene uno ocasión de poder asistir todos los días a algún espectáculo de música clásica, ya sea de ópera o ballet. El Concierto de Año Nuevo nos trae a la memoria esta ciudad cada primer día de año y siempre decimos lo mismo: “me gustaría asistir alguna vez”. No es nada fácil porque habría que inscribirse en enero para tener la posibilidad de asistir en enero siguiente. Y debido a la demanda, se realiza un sorteo para adjudicar entradas. Otro tema es contemplarlo y escucharlo por la tele. No deja de ser un consuelo. Entre tanto, quedémonos con las musiquillas de El Prater, los valses de los Strauss que nos hablan de la alegría de vivir de los vieneses que Freud quiso ‘curarla’ mientras estudiaba Viena como quien estudia una enfermedad.




José-Luis Blanco y Quiñones

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