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Cádiz y Santa Cruz de Tenerife, dos de las ciudades más famosas por su carnaval.
Atrás queda el recogimiento alegre, festivo y familiar de la celebración de la Navidad y la estrechez económica que la crisis nos ha incrementado la cuesta de enero. Dura cuesta que se terminará con otro hito del calendario: los carnavales, esa celebración lúdica de permisividad y cierto descontrol, de disfraces, desfiles y fiestas en la calle que, cada vez más, se extiende por cada pueblo y rincón de todo el orbe y cuyas diferencias más que notables vamos a intentar relatar a grandes rasgos, aunque el carnaval en esencia está asociado principalmente al catolicismo que las heredó de las fiestas paganas.
Río de Janeiro, Recife, Barranquilla, Oruro, Venecia, Santa Cruz de Tenerife, Cádiz, Veracruz, Mazatlán son algunas de las ciudades cuyas celebraciones del carnaval suenan a todos, bien sea por su majestuosidad, fama, entorno, vistosidad, elegancia o porque la literatura les ha colocado en un lugar privilegiado entre todos los que se beneficiaban en esa sociedad rural, originaria y fuertemente estructurada por el cristianismo, del tiempo de “carnestolendas”, que ofrecía mascaradas rituales de raíz pagana y un lapso de permisividad, al tiempo, que se oponía a la represión de la sexualidad y a la severa formalidad litúrgica de la Cuaresma que le sucedía en el tiempo. Supervivientes de antiguas fiestas y culturas, de las saturnalias, de las dionisíacas griegas o las bacanales romanas, tanto como de las andinas prehispánicas o las afroamericansa, los carnavales son en la actualidad simplemente y sobre todo una fiesta popular de carácter lúdico.
Carnavales en España
Los carnavales en España recorren pueblo a pueblo nuestra geografía con desfiles de comparsas, máscaras y colorido. Fue una de las formas más expresivas de la festividad en el pasado, y una fiesta en la que todos los miembros de la comunidad participaban, sea como actores, sea como espectadores en las calles y en las plazas.
Aunque no se pueda demostrar documentalmente, el carnaval de Isla Cristina representa la manifestación festiva más popular, espontánea y arraigada de la localidad y se comenzó a celebrar con anterioridad a las fiestas del Rosario de 1789, lo que se convierte en el más antiguo de la península. Y que se crearon con el fin de “salvaguardar la inmoralidad de sus gobernantes”. Aunque de dimensiones más modestas que el de Cádiz, el carnaval de Isla Cristina posee una amplia tradición debido a sus orígenes, gente de la mar que una vez al año disfrutaban de la vida para volver después a la dura vida del océano. Este carnaval se parece más al de Cádiz, con sus murgas y comparsas, que a cualquier otro de España, aglutinando agrupaciones de Huelva, Sevilla, Cádiz y de la vecina Portugal.
En el pueblo manchego de Almiruete, las Botargas protagonizan el carnaval junto a las mascarillas. El sábado anterior a Carnaval se reúnen en secreto botargas y mascaritas para preparar los atuendos que lucirán durante las fiestas. Las máscaras de las botargas tienen aspecto fiero frente a la dulzura de las mascaritas. Llegada la fiesta las botargas ataviadas con polainas, cencerros, mantones, sombreros de diverso colorido atraviesan los campos y se dirigen a la ciudad, para más tarde entrar en ella bajo un ensordecedor estruendo provocado por los cencerros, señal que también sirve para que los vecinos de Almiruete comiencen los festejos. En Herencia, Ciudad Real, viven el carnaval como una fiesta mayor. Sus orígenes se pierden en el tiempo, incluso en época de prohibiciones se siguió celebrando como la “Fiesta de las Ánimas” pero siempre con gigantes y cabezudos.
Madrid es uno de los puntos de nuestra geografía que mantiene el Carnaval entre sus fiestas muy arraigadas. El rito permanece y los castizos siguen vistiendo sus capas negras y chisteras como manda la tradición. La cofradía del Entierro de la Sardina –antiguamente de los cuatro gatos– es uno de los principales ingredientes de esta fiesta; entierro que se extiende desde el Paseo de la Florida hasta la fuente de los Pajaritos en la Casa de Campo, sin olvidarnos del baile de máscaras en el Círculo de Bellas Artes.
En la localidad catalana de Solsona, Lleida, encontramos otro de los muchos carnavales con idiosincrasia propia: son los días de la farsa, días en los que vivir e interpretar esos personajes que cada habitante de Solsona crea y la transgresión está permitida. Ya en 1980 se declaró Fiesta de Interés Turístico y es una fiesta muy vivida, donde los gigantes y cabezudos, las máscaras, la música y la juerga inundan las calles.
En el Sobrarbe oscense, el rito, la historia y la diversión se mezclan para celebrar estas fiestas de carnaval que han sabido conservar su sabor popular y personajes y símbolos carnavelescos, contra viento y marea. Lo importante es divertirse, bailar y disfrutar de la magia de carnaval. En el Valle de Bielsa, en la comarca de Sobrarbe, se celebra uno de los carnavales más populares y multitudinarios del Alto Aragón, donde se juntan tradición y turismo. Las Trangas son las figuras masculinas del carnaval, ataviadas con pieles de animales, camisa de cuadros, largas faldas, cuernos sobre la cabeza, cencerros en la zona lumbar y la cara embetunada. Representan la fuerza masculina, golpeando el suelo sin cesar con un largo bastón. Las madamas son las figuras femeninas que representan la pureza virginal, por eso es un papel solo reservado a belsetanas solteras Otras figuras descatadas de este típico festejo son los “osos y domadores”. El “Amontato”, representado por una figura femenina que lleva a sus espaldas a un hombre, y la quema de “Cornelio”, figura que representa todos los males.
El carnaval de Avilés o Antroxu es una de las fiestas más importantes en el norte español. Duran las fiestas alrededor de una semana repleta de actividades, concursos y actuaciones de todo tipo, entre las que destacan el Jueves de Comadres, el concurso de “Chigres Antroxaos” –se disfrazan los bares y restaurantes–, el desfile de Carnaval, el descenso fluvial de Galiana o el certamen del rey del Gochu la Faba.
El top ten de los carvanales en España
Sería interminable el relato carnaval por carnaval de todos los que se celebran en España y que tienen verdadero interés costumbrista por la tradición con que cuentan la mayoría de ellos que se pierden incluso en la noche de los tiempos, Inquisición y prohibiciones aparte. No obstante, en cuanto a popularidad, la cosa cambia, y España cuenta destinos y carnavales de reconocido prestigio en todo el mundo.
Cádiz.– Cuenta con el carnaval más popular de España y uno de los mejores y más conocidos del mundo, si tenemos en cuenta la cantidad de alemanes e ingleses que se dejan caer por esas fechas en la ciudad. Cientos de miles espectadores toman literalmente las calles de la ‘pequeña’ Cádiz para contemplar un carnaval en el que puede verse de todo y vale la pena prestar atención a las coplas y chirigotas. Parece ser que el Carnaval de Cádiz es directamente heredero del cristianismo, que establece “un orden pasional del tiempo”, y de la Cuaresma, ya que sin ella no hubiera existido desde la Edad Media. Ciclos vitales, de cosechas, de alternancia entre alegría y tristeza, de prohibiciones y tolerancias. Los documentos escritos nos remontan al siglo XVI para confirmar que ya las fiestas gaditanbas debían tener un gran arraigo entre los ciudadanos. En Cádiz, el carnaval oficialmente dura once días, pero si unimos los días pre y post podemos llegar al mes de carnaval con atracciones de las agrupaciones de chirigotas, comparsas, coros y cuartetos
Tenerife.– Aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad.El prestigio del carnaval tinerfeño va más allá de nuestras fronteras, es internacional. Tiene aires épicos, extenso de llamativo colorido y tiene la originalidad de abordar un tema distinto cada año. Muchos, no sin razón, consideran que es el segundo carnaval del mundo en importancia, detrás de Río de Janeiro.Los personajes del carnaval de Santa Cruz de Tenerife son ciudadanos de carne y hueso que se lanzan a la calle para robar la sonrisa de las gentes, para participar en un espectáculo único en el que el humor es lo primero que cuenta. Es el que más se acerca al de Río
Las Palmas de Gran Canaria.– Quizás no llega a la fama de su vecino Tenerife, pero tiene más de 400 años de historia y es uno de los más vistosos de España. Las Palmas, que pudo resistir el acoso del corsario Francis Drake en el siglo XVI se ve empequeñecida, sin espacio, para albergar a los cientos de miles de turistas que suelen asistir a las celebraciones del carnaval. En la isla se celebran varios carnavalles, como el de la Playa del Inglés y el de Arguineguín.
Tarragona.– Tarragona ha sabido conservar hasta ahora su cultura más ancestral. Sus carnavales son buena prueba de ello, dado que sus orígenes los encontramos en la era romana al descubrir los símbolos de Ninot y la Ninota en las celebraciones en honor a Saturno, además del fuego, imprescindible en el carnaval tarraconense, con sus miles de disfraces desde el “dijous gras” –jueves ladeiro–, anterior al domingo de Carnaval, marcando el inicio de las fiestas con las características “cocas de llaradons” o chicharrones. Como casi cualquier otro carnaval del planeta, Cataluña celebra el carnaval en el intervalo de tiempo que va desde la venida de los Reyes Magos hasta el miércoles de ceniza, día en el que comienza la Cuaresma. Tan importantes como en Tarragona son los de Solsona, Cunit, Villanueva y Geltrú, Sitges, Rubí, Olot, Torrelló, Palamós y Castillo de Aro. El miércoles de ceniza, el rey Carnestoltes se enfrenta en un juicio a la Vella Cuaresma, y una vez terminado el juicio se le condena a ser incinerado.
Murcia.– En Murcia, el carnaval de Aguilas tiene sus orígenes a principios de siglo XIX según testimonios orales. El jolgorio inunda las calles de la localidad murciana durante las fiestas, con el tipismo de sus desfiles de disfraces, máscaras y el juergueo nocturno. También resulta curioso los llamados “cascarones”, que son cáscaras de huevo vacías, rellenas de confeti que se rompen unos a otros en la cabeza.
Ciudad Rodrigo.– Uno de los lugares de España “diferentes” en cuanto a las celebraciones del carnaval es Toro, en la salmantina Ciudad Rodrigo y que pasa por ser “para sus ciudadanos” el más antiguo. Existe un documento de la época de los Reyes Católicos fechade en 1493, en el que precisamente se recrimina a Ciudad Rodrigo los excesivos gastos por las fiestas taurinas. Es la fiesta grande de Ciudad Rodrigo, con encierros, capeas, corridas de toros, charangas y bailes de disfraces… Único carnaval del mundo donde se unen la máscara y el toro; por eso es única y diferente.
Laza.– En Laza los carnavales comienzan el primer día del año. En la zona sur de Galicia, en el sureste de Ourense, se encuentra la localidad de Laza, población que es conocida por sus carnavales, de los que numerosos estudios revelan que están entre los diez más antiguos del mundo y que siguen la tradición a través de los siglos. Se trata de “A estrea dos peliqueiros”. Los peliqueiros, la morena, el testamenteiro y las hormigas se convirten en los protagonistas de tan prestigiosa fiesta. Los peliqueiros son máscaras y se llaman así porque llevan peluca, una piel de perro o de oveja que cuelga como si fuese una melena y que son el símbolo del poder absoluto. ¿Quién no ha deseado alguna vez esconderse detrás de un disfraz y poder hacer diabluras que nunca realizaría abiertamente? O entroido, carnaval gallego, es precisamente la materialización de este deseo de burla, risa y sátira donde todo vale en este tiempo de excesos. Los carnavales urbanos, marcados por los desfiles de comparsas y grandes bailes en salas de fiesta poco tienen que ver con los de aldea, en los que de lo que se trata es de divertirse con propios y extraños.
Lantz.– En la Navarra rural, de los muchos carnavales que existían han llegado hasta nuestros días varios que conservan una gran riqueza folklórica y etnográfica, comos los carnavales de Ituren y Zubieta, Lantz, Alsasua, Gozueta, Arizkun y Valcarlos. En toda la zona de Navarra el carnaval tiene una fuerte connotación rural de gran tradición, en el que durante unos días las fuerzas del bien y del mal se enfrentan en una batalla en la que la sed de justicia moviliza las iras populares. Cada martes de carnaval se celebra el apresamiento, juicio y muerte en la hoguera del malvado bandido Miel Otxin, un muñeco de tres metros de altura, con los brazos en cruz, blusa estampada, pantalón azul y banda roja, coronado con un gorro cónico de adornos llamativos. Esta fiesta declarada Bien de Interés Cultural, cuenta, además con varios personajes que acompañan a Miel en el desfile: Ziripot, hombre bonachón y gordinflón; Zaldiko, un caballo bravío; los Arotzak , personajes que portan martillos y tenazas y corren tras el Zaldiko para herrarlo, y finalmente los Txatxos, que, enfundados en pieles de animales, y armados con palos y escobas, gritan mientras hostigan a todos los espectadores.
Badajoz.– El carnaval de la localidad pacense de Alconchel es atípico en cuanto a la fecha en la que se celebra ya que empieza como todos y acaba en plena Cuaresma con los eventos centrales de la fiesta. Reconocido como Fiesta de Interés Turístico, el carnaval de Badajoz podrá ser conocido mejor. Su principal característica la participación popular –más de 80.000 personas–, lo que hace casi imposible poder observar a alguna persona en toda la ciudad sin llevar un disfraz o una máscara. Murgas, comparsas, grupos y artefactos forman los cuatro puntos sobre los que se sustenta el apogeo de la fiesta grande pacense de la que tanta información nos ha llegado a partir del siglo XIX.
Alicante.– Don Carnal comenzó a asomar tímidamente en el casco histórico alicantino, convertido en verdadero centro cultural de los años setenta y pronto logró un puesto entre los mejores carnavales de España, cohesionando máscaras y participaciones de las instituciones locales que le han llevado a día de hoy al modelo ecléctico que es el carnaval alicantino. Sus elementos más notables: disfraces efímeros de carácter reivindicativo, transformación carnavalesca de colegios, pinturas efímeras sobre lienzo, sátiras, rituales de fuego, grasa y vino; el gran baile de máscaras de La Rambla, el juicio sumario a Carnestoltes por las autoridades y proceso con percusión y fuego por las estrechas calles del casco antiguo… y el entierro de la sardina que cierra las fiestas.
Carnaval en Europa
No cabe duda que de todas las ciudades europeas es precisamente Venecia, con sus majestuosas máscaras, la que se lleva la palma de las famosas por su carnaval. Las calles históricas de la ciudad italiana se llenan de preciosos y extravagantes trajes, con sus brillantes máscaras, su tradición y su estatus de “la primera” en estas fiestas de Carnaval. También aquí las fiestas duraban un mes, hasta el punto que el propio Napoleón tuvo que prohibirlas. Llegados a estas fechas, para muchos europeos la adrenalida del carnaval se incrementa y en muchos lugares como Colonia, en Alemania; se empieza a preparar el carnaval copn tres meses de antelación. En Aaist, en Bélgica, donde se elige a un emperador al que se le permite “gobernar” la ciudad durante unos días. El desfile del carnaval se caracteriza por sus temas de actualidad mostrados en forma de humor. Más de setenta grupos con preciosas carrozas participan en este desfile que dura cuatro días. En Rijeka, en la región croata de Kvamer también celebran el carnaval de manera tradicional con bailes tradicionales, desfiles y conciertos. En Niza la ciudad se convierte en un espectáculo lleno de color y ya se ultiman detalles y preparativos para celebrar el carnaval.
En realidad, a través de los siglos las tradiciones se han mantenido sin interrupción en casi todos los lugares que las poseían, y aquellas ciudades que son de nueva creación, se han apuntado a las fiestas modernizando su contenido: carrozas, comparsas, disfraces individuales para niños, jóvenes y no tan jóvenes, que es en lo que ha quedado el carnaval desde un punto de vista moderno. Una celebración popular por encima de todo inmediatamente antes de la cuaresma, que puede oscilar desde finales de enero a principios de marzo y que, a pesar de las grandes diferencias que su celebración presenta en el mundo, su característica común es la de ser un periodo de permisividad y cierto descontrol.
José-Luis B. Quiñones
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